Cuando iniciamos un proyecto todo es ilusión, energía y algo de nervios. Habitualmente la creación el inicio de un proyecto puede ser la parte más pesada. Al estar sobrados y rebosantes de energía son tareas que nos parecen nimias. Si surge algún imprevisto, no le damos importancia o le encontramos solución rápidamente. Incluso somos capaces de cambiar los planes para poder seguir avanzando. Esa es la fuerza, esa es la iniciativa y esa es la actitud. ¿Qué ocurre cuando llevamos ya algo de tiempo y aparece la presión. Con ella las preguntas del estilo ¿Soy realmente capaz? ¿Merece la pena el esfuerzo? ¿Merece esto la pena? El paso del tiempo parece que ha desgastado nuestras energías y los imprevistos ahora son grandes problemas porque perdimos la actitud inicial. Lo que ocurre es que a veces empezamos antes a buscar las excusas para quedar bien nosotros que para encontrar las soluciones: “Esto es culpa de los momentos actuales. Fallaron mis proveedores. Ahora la gente ha cambiado sus costumbres”. No digo que esto no pueda ser real, pero pensar primero en las excusas para quedar bien con los demás supone rendirse e instalar en tu mente el fin del proyecto. Si de verdad tiene que ser el fin y abandonas. Solo recuerda que todos nosotros, absolutamente todos para aprender a caminar nos hemos caído.

Haz click en el enlace para ver la publicación en el diario: 15-06-2020 Inicio, presión y abandono

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